"Navegábamos en demanda del Mar Rojo aprovechando la contracorriente costera que discurre por el Canal de Mozambique a pocas millas de la provincia portuguesa de ultramar de igual nombre. Con el Canal de Suez cerrado a cal y canto, nuestro armador, un italiano de Pésaro con domicilio fiscal en Lugano, se había empeñado, mediante la circunnavegación de África, en mantener una línea más o menos regular con el mítico y bíblico Mar Eritreo.