La conexión del vino con el paisaje y la
	historia es el hilo conductor de este libro. Muchos de los parajes vinícolas
	que se visitan han perdurado desde la Edad Media, y aunque el vino que en ellos se produce hoy
	día poco tiene que ver con el de aquellos tiempos remotos, sí
	mantienen su poder evocador. Al fin y al cabo, el deseo de todo enólogo es que
	su vino refleje el carácter de una tierra: un clima, un suelo, un pasado y unas
	variedades determinadas.  
	
	 
	
	España no cuenta con
	ningún paisaje vitícola inscrito como Patrimonio de la Humanidad -a diferencia
	de nuestros vecinos: Italia, Francia y Portugal-, pero hay varios
	candidatos, como Priorat y La Rioja.Aun así, si hablamos de diversidad, tanto
	de variedades como
	de territorios y
	climas, nuestro país posee una riqueza sin
	parangón. Porque en nada se parecen los viñedos de La Geria a los bancales de
	la
	Ribeira Sacra, o las albarizas del Marco de Jerez a las parcelas de la Serranía
	de Ronda; o los
	infinitos viñedos manchegos a los del Priorat; incluso los de Rioja Alta, Rioja
	Oriental y Rioja Alavesa, situados a lo largo de un centenar de kilómetros,
	tienen sus particularidades.
	
	 
	
	Paseos
	entre viñedos incluye más de 80 propuestas para explorar sus zonas
	vinícolas -generalmente, denominaciones de origen protegidas-, de las que se
	describen sus rasgos principales, es decir, aquellos elementos que las
	diferencian, bien por el paisaje, bien por su historia o por la
	singularidad de los vinos que producen.