". . . Puede decirse que fue el miedo el único sentimiento
que dio algo de vida a mi alma, y el único que siempre me llegaron a inspirar
los seres humanos. . .", confiesa uno de los atormentados protagonistas de esta
inquietante serie de relatos del poeta, ensayista y traductor Leopolda María
Panero. A través de ellos, su autor hace una temprana y deslumbrante
incursión en sus obsesiones favoritas: la pérdida de la identidad, el ambiguo
mundo de la infancia como paraíso (¿infierno?) perdido y la angustia que
suscita la omnipresencia del mal. Pero además de hacernos pensa, El lugar
del hijo es una auténtica colección de pesadillas, capaces de dejar un poso
de sombría desazón en el ánimo del lector.