¿Quién
es la persona que escribió este libro? No lo sé muy bien.
En cualquier caso, se guió por una media docena de >, dictados quién sabe por qué instinto.
El primero
de estos principios fue el de resistir a literatura-acción o literatura-intervención:
a través de la afirmación porfiada y casi solemne de la inutilidad
de la poesía.
El segundo
principio de esta persona fue el de no temer la actualidad (en nombre de
cualquier otra cosa que la hace vana y en la que, por otra parte, esa persona
cree).
El tercer
principio fue el de concederse una cierta libertad lingüística
que, a veces, roza la arbitrariedad y el juego (cosas que anteriormente
nunca sucedieron, ya que sus mitificaciones siempre fueron ingenuas, apasionadas
y solicitas).
El cuarto
principio fue el de considerar fatal por su parte la resignación
ante la persistencia del «oxymoron» o de la «sineciosis».
(Cfr. «Sineciosis de la diáspora», pág. 154.)
El quinto
principio consistió en el descubrimiento, casi imprevisto, de que
la libertad es «intolerable» para el hombre (especialmente
si es joven), que se inventa mil obligaciones y deberes para no vivirla.
El sexto
principio (mucho menos importante) consistió en no querer hacer
de todos los principios anteriores de una forma de fidelidad a sí
mismo; necesaria para realizarse, una aportación a la restauración.
Sobre todo siempre
prevaleció la idea, desesperada pero resignada, de que su propia
vida se había empequeñecido: pero, en cualquier caso, ha
aumentado el placer de vivir, en razón de la material disminución
del futuro.
Pier Paolo Pasolini.
Pasolini,
nacido en Bolonia en 1922 y muerto violentamente en Ostia en 1975, es uno
de los más importantes creadores italianos del siglo, tanto por
sus novelas, películas, ensayos, etc., pero donde su talento se
hace más perceptible es en sus libros poéticos.
«En la poesía de Pasolini
se celebra el drama clamoroso y amargo que en diversa medida nos incumbe
a todos, entre la insuprimible duración de un gusto, de una educación,
de una concepción de la vida ligada a la desesperación, a
la aridez, a lo irracional, y la tensión hacia un «mundo nuevo
de estructura y razón».
G. Barberi - Squarotti.